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Hace tiempo comprendí que para ser el tipo de fotógrafo que soy necesitaba nutrirme de experiencias, propias por supuesto, pero también ajenas. Eso se traduce en algo simple, viajar y conocer. En mis viajes el objetivo de mi cámara y yo descubrimos maneras diferentes de mirar, formas distintas de ver y sentir el mundo. No se trata solo de paisajes o lugares, se trata de personas, en definitiva, de culturas.

Lo más enriquecedor de mis viajes es, sin lugar a dudas, el mayor tesoro que cada región de este gran planeta posee, su gente. La manera en la que vivimos, lo distintos que somos, siendo iguales al mismo tiempo. Porque da lo mismo el lenguaje que hables, una sonrisa o una lágrima es comprendida en cualquier rincón, las emociones son universales.

Esa lección es muy valiosa, entender que eres parte de un lugar más grande que las cuatro paredes de tu casa. En cada uno de mis viajes exploro con la mente abierta para dejar que mi cámara y yo seamos sorprendidos. Descubro colores, texturas, luces, situaciones, no deja de asombrarme lo diferente que puede verse el mismo cielo en cada lugar del mundo.

Y mientras yo personalmente voy creciendo un poco más, amables gentes se dejan fotografiar en entornos exóticos, sencillos o palaciegos. La diversidad es lo importante. La variedad es lo que construye fotografías con sentimiento, con el color de las personas, con su forma de vivir y de sentir, con su generosidad o sus penas.

Ya de regreso, a mi hogar, me traigo en la maleta vivencias, muchas fotografías, mucho tiempo aprovechado. Todo formará parte de mí como persona y como fotógrafo. Es como si regresaras con los ojos más abiertos, con una visión más amplia y una mayor capacidad de entendimiento. Quiero ser un fotógrafo del mundo, porque quedarse en un solo lugar es perderse demasiadas cosas.

Alfonso Novo black hires